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Me da miedo el pastel


Hace unos años, la parte más complicada o embarazosa de un cumpleaños para mí no era que las personas me cantaran las mañanitas (creo que a nadie le parece cómoda ni le gusta esta situación) sino el hecho de que la gente me regalara pastel.

¿Cómo? Si, así como lo leés. El tener un pastel de cumpleaños para mí no era un símbolo de alegría y celebración sino de MIEDO…. ¿Miedo a un pastel? ¡Qué cosa más extraña! Pues sí querida lectora, yo entraba en un punto de temor y ansiedad porque yo me había auto-impuesto el no consumir harina ni azúcar (cosa que hice por casi cuatro años). Pero el pastel no era lo que me hacía sudar frío, no le tenía miedo al azúcar, a la grasa o a la cantidad de calorías que este postre contiene…. Me tenía miedo a mí misma.

Durante la época en la que me asumí como una comedora compulsiva, yo evitaba a toda costa el consumo de harina y azúcar porque llegué a creer que de llegar a alimentarme con esos ingredientes, se despertaría en mí el monstruo de la compulsión y que no iba a poder para de comer (ya hablaremos en otra entrega de dónde saqué ese pensamiento tan negativo). La falsa creencia de que un alimento pudiera determinar mi conducta ante la comida desarrolló en mí temor, motivo por el cual en una celebración de cumpleaños al verme observada por los demás deseando y exigiéndome que probara el obsequio que amablemente me daban me hacía sentir casi acorralada.

"Me di cuenta que yo no deseaba ser “más flaca” sino la promesa de lo que se obtiene por “ser flaca”: El éxito, la belleza, la salud, el amor, la admiración, la agilidad, la riqueza etc, etc."

Recuerdo que hace unos años, un grupo de estudiantes organizó una pequeña celebración sorpresa durante una de mis clases y yo me sentí muy contenta hasta que llegamos al momento de partir el pastel. Sólo quiero decirles que en mi interior se vivía una lucha porque mi falsa creencia respecto a que los alimentos desatarían una estampida de comilona era tan fuerte y yo la creía tan real, que a pesar de la gran insistencia que recibí para consumir el pastel, quiero decirles que NO HUBO PODER HUMANO que lograra que yo lo comiera.

¡Este cumpleaños ha sido tan diferente! Liberarme de la obsesión y el miedo por aumentar de peso ha sido increíblemente bueno no solo en el sentido físico y mental, sino que otras áreas de mi vida también se han visto beneficiadas por esos cambios.

¿Qué cómo lo logré? Primeramente, conociendo quien era yo y que era lo que quería. Me di cuenta que yo no deseaba ser “más flaca” sino la promesa de lo se que obtiene por “ser flaca” : El éxito, la belleza, la salud, el amor, la admiración, la agilidad, la riqueza etc, etc.

Al darme cuenta que mi parte física era realmente normal y que me encontraba sana, activa y satisfecha, me di cuenta que yo sola hacía mi vida complicada al querer alcanzar un estándar físico que es simplemente inalcanzable para la gran gran mayoría de mujeres que pisamos este planeta.

Cuando acepté mi figura, cuando pude ver y agradecer todas las maravillas que mi cuerpo hace, cuando pude ver que yo podía alcanzar y ser lo que deseaba y cuando decidí quitarle el poder a la comida en mi vida ……. El miedo al pastel de cumpleaños salió por la ventana y dejó entrar por la puerta la paz mental y física.

Este año en mi cumpleaños, no solo tuve la fortuna de recibir pastel por parte de un grupo de estudiantes, sino de ¡dos!, pero en esta ocasión todo fue taaaan diferente. La Gina con miedo a comer se transformó ; ahora es la que disfruta del amor y el cuidado de sí misma, del momento, de la convivencia y de ese rico pastel que se le obsequió con mucho corazón por gente que la quiere.

Nos leemos pronto.

Gina

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