Hace unos días salí a cenar con mi novio y un grupo de amigos. Comimos pizza, tomamos cerveza y disfrutamos de la compañía y plática de quienes nos rodeaban.
De regreso a mi casa, justo cuando nos subimos al carro le hice la siguiente pregunta a mi Romeo: "Amor, ¿cuántas rebanadas de pizza te comiste?" Su respuesta me dejó pensando, “No sé, nunca cuento lo que como”. La alerta en mi cabeza se encendió y heme aquí compartiendo esta historia contigo. Descubrí que mi novio era un comedor “normal”, sí, de esas personas que no viven pesando todo el día en lo que pueden comer o no.
Hace un tiempo yo NO era una comedora normal porque mis decisiones alimenticias se basaban en el control y el miedo a que si no fiscalizaba lo que comía iba a terminar con obesidad mórbida grado II así que buena parte del tiempo de mi día a día era invertido en cuantificar. Una vez escuché esta frase “Lo que no se mide, no se puede controlar” pero, esas cosas del control son muy cansadas y tarde o temprano las obsesiones cobran su cuota.
“ Actuar en base al control no funciona igual que hacerlo guiado por la confianza. Cuando aprendí a confiar en mi cuerpo y en mi apetito, el control desapareció y se llevó su amargura. "
Te mencionaré algunas de las características que un comedor normal o intuitivo tiene:
* Come cuando está hambriento y deja de hacerlo cuando está satisfecho (No relleno ni a punto del vómito.)
* Es capaz de elegir comida nutritiva pero no se pierde de disfrutar la comida que le gusta aunque esta no sea “saludable”.
* Se da permiso de comer algunas veces porque se siente feliz, triste o aburrido sin creer que está haciendo algo terrible y mortal.
* Deja galletas, helado, pasta o pizza en el plato porque sabe que mañana puede comer otra vez.
En resumen, un comedor normal es flexible y come de acuerdo a su apetito, su horario, la accesibilidad a la comida y sus emociones.
Hace mucho que dejé eso del control… te recomiendo que hagas lo mismo en cuanto te sea posible porque la paz mental que consigues no tiene precio. ¿Cómo se logra llegar a ese punto? Escuchando a tu cuerpo. Estamos tan desconectados de él que no atendemos a los valiosos mensajes que nos comunica. Tu cuerpo te dice que desea comer, cuánto y cuándo pero debido a múltiples factores (generalmente externos) nos damos a la tarea de hacer TODO menos lo que este nos pide.
Actuar en base al control no funciona igual que hacerlo guiado por la confianza. Cuando aprendí a confiar en mi cuerpo y en mi apetito, el control desapareció y se llevó su amargura.
Volverte un comedor normal o intuitivo requiere de tiempo y atención, pero le da el lugar que merece a una de las áreas más importantes de nuestra vida que es alimentarnos porque curiosamente, cuando alineamos esa parte que tiene problemas, todo lo demás cae por su propia cuenta.
Nos leemos pronto.
Gina